miércoles, 9 de mayo de 2007

Los herederos de Flanagan

José Urriola C.


Socio, el plan es el siguiente: tú tomas el 75% del capital y con eso vas montando la talabartería, yo con el 25% restante me voy a la Iglesia de los Últimos Mártires y voy abriendo el proceso de canonización de Bob Flanagan. ¿Cómo que quién es Bob Flanagan? ¿Tú quieres entrar al negocio como accionista minoritario y no sabes quién fue el gran Bob Flanagan? Bueno, te cuento quién es San Bob; porque cuando te cuente no se te va a olvidar más nunca. Fue un maestro, un monstruo, un súpermasoquista. El hombre que en un performance se clavó un pedazo de hierro de este color en el pene. El único que públicamente accedió a que Sheree Rose, su mujer y dominatrix, le rebanara el torso con hojillas y le dejara las carnes vueltas un solo pellejo después de latiguearlo por horas sobre la tarima. El único de los mortales que se diseñó un ataúd con cámara para que el público fuera testigo en tiempo real de la descomposición de su cadáver. Bob Flanagan hizo del sadomasoquismo consensuado un arte, una religión, nos enseñó que la materia más noble para trabajar y transformar nuestra esencia humana es la propia carne. ¿Cómo que qué tiene que ver eso con un negocio de cuero? Todo, socio, todo. La jugada es maestra. Yo voy a lograr que lo nombren un santo y mientras tanto vamos desarrollando el negocio del cuero humano. Cuando lo canonicen la publicidad va a ser brutal. Imagina toda esa polémica, que si era un loco, un depravado, que no, que más bien era un santo, que fue el último de los mártires, que fue todo un altruista, que si no, que al contrario, fue un perfecto hijo de puta, un maldito, que deberían pasárselo en las escuelas a los niños o deberían quemar todas las cintas de su película. Lo pondrán en el cine, le harán nuevos documentales, habrá suicidios colectivos en su nombre, nos harán ver por las telepantallas, cada cinco minutos, el video “Happiness in Slavery” de Nine Inch Nails, protagonizado por el mismísimo Bob enfrentado a una súper máquina de tortura que le va arrancando de a poco la vida. Y nosotros mientras tanto con nuestra talabartería, la única en el mundo que trabaja exclusivamente con cuero humano. Porque la gente hoy se hace tatuajes y piercings y cicatrices pero esas son cosas del pasado, pura moda pasajera, maquillaje y pinturita de gente fashion que no tiene los cojones para ser verdaderos artistas; pero nadie se hace una billetera con el cuero de sus propios testículos. Nadie ha descubierto el arte que hay en unos zapatos elaborados con el cuero más delicado de tus propios pies. Nosotros le ofrecemos al cliente estética y lujo, te rebanamos las carnes sobrantes y con esa piel te tejemos cinturones, collares, pulseras de cuero. O podemos cortar un trozo de ojo y cristalizarlo para que con eso hagamos incrustaciones de pedrería preciosa. Piezas de orfebrería hechas con pedacitos de mucosa flotando en formol, como perlas translúcidas en dijes para llevar en cadenitas sobre el pecho, como rubíes orgánicos en anillos de platino o zarcillos enmarcados en titanio. Nosotros, los herederos de Flanagan, rescataremos el arte del cuerpo. Asumiremos el legado de construir obras auténticas con verdadera sangre, piel y pellejo.

Me voy ya a la iglesia a pagar los derechos de canonización. Registra la talabartería y compra el local. Y vete pensando qué pedazo de cuerpo ofrecerás tú para una de las dos primeras piezas con las que abriremos el negocio. Yo pondré la carne del pecho izquierdo para diseñar una billetera. Una billetera que se abroche al encajar los pedazos de tetilla. Va a estar bueno, socio, te juro que será lindo.

http://joseurriola.blogspot.com

2 comentarios:

carloszerpa dijo...

Bob Flanagan.
Quien encontró en el masoquismo la fórmula para desviar el dolor y la miseria de fibrosis quística, una enfermedad incurable, con esa obsesión por todos los objetos capaces de inflingirle dolor: martillos, clavos, tenazas, hasta que un día decide atravesarse el pene con un clavo y un martillo, fijándolo a una tabla y, una vez desclavado, dejando gotear la sangre sobre el lente de la cámara, coserse los genitales con hilo y aguja, para terminar clavándolos en un tablero con clavos muy grandes… o el Performance titulado "NAILED", donde muestra manipulaciones corporales, cortes con cuchillos, suspensiones de cadenas y también clavarse los genitales sobre otra tabla. Fue Flanagan quien participó en el videoclip prohibido por Mtv, "Happines in Slavery" de la banda Nine Inch Nails, donde se le puede ver torturado por una máquina infernal, amarrándose a sí mismo a esa máquina metálica con taladros que le perforan la carne, garras casi robóticas que lo pellizcan o se le clavan produciéndole profundas heridas que subsecuentemente le dan placer, lo torturan y finalmente lo mata.

Anónimo dijo...

José, excelente talabartería para filmar una escena de Justine. Con Sade y Flanagan se puede montar un negocio tan próspero como el de la iglesia con el crucificado.